Por Nana Japaridze
Imagina entrar a una galería de arte y quedar inmediatamente cautivado por una pintura vívida e impactante. Sus colores vibrantes, su composición única y su profundidad emocional te atrapan por completo. La compras por pura pasión, simplemente porque conecta profundamente contigo. Años después, descubres que esa obra que tanto amas se ha revalorizado considerablemente—quizás ha duplicado o triplicado su precio. Este escenario ilustra el doble atractivo de coleccionar arte: una actividad impulsada por la pasión, pero con el potencial de convertirse también en una inversión financiera inteligente. Bienvenido al fascinante mundo de la inversión en arte, donde los coleccionistas combinan amor por la creatividad con decisiones estratégicas para construir colecciones que son tanto significativas como rentables.
Una Breve Historia de la Inversión en Arte
Coleccionar arte por el simple placer de disfrutarlo es una práctica tan antigua como el arte mismo. A lo largo de la historia, personas adineradas—como los mecenas del Renacimiento que encargaban obras a Miguel Ángel o Leonardo da Vinci—han considerado el arte como símbolo de estatus y capital cultural. Sin embargo, el concepto del arte como clase de activo formal para inversión surgió mucho más tarde.
La práctica moderna de invertir en arte comenzó de forma destacada en 1904 con el innovador proyecto "La Peau de l’Ours" ("La piel del oso") de André Level, un fondo de inversión francés en arte donde un grupo de coleccionistas unió recursos para adquirir obras contemporáneas. Su iniciativa resultó ser un éxito: diez años más tarde vendieron la colección con un beneficio impresionante del 400%, demostrando el potencial financiero del arte más allá de lo estético.
Revista
IN FOCUS
Inversión en Arte 101: Equilibrando pasión y cartera al co...
Por Nana Japaridze
Imagina entrar a una galería de arte y quedar inmediatamente cautivado por una pintura vívida e impactante. Sus colores vibrantes, su composición única y su profundidad emocional te atrapan por